"A
diferencia de otras guerras anteriores, impulsadas por
motivos limitados y concretos, la Primera Guerra Mundial
perseguía objetivos ilimitados. En la era imperialista
se había producido la fusión de la política
y la economía. La rivalidad política internacional
se establecía en función del crecimiento
y la competitividad de la economía, pero el rasgo
característico era precisamente que no tenía
límites (...) De manera más concreta para
los dos beligerantes principales, Alemania y Gran Bretaña,
el límite tenía que ser el cielo, pues
Alemania aspiraba a alcanzar una posición política
y marítima mundial como la que ostentaba Gran
Bretaña, lo cual automáticamente relegaría
a un plano inferior a una Gran Bretaña que ya
había iniciado el declive. Era todo o nada (...)
Era un objetivo absurdo y destructivo que arruinó
tanto a los vencedores como a los vencidos. Precipitó
a los países derrotados en la revolución
y a los vencedores en la bancarrota y en el agotamiento
material.”
Eric. J. Hobsbawm. Historia del
siglo XX, 1914-1991