8.- Destrucción de Guernica
La versión franquista.
Guernica está
destruida por el incendio y la gasolina. La han incendiado y la han convertido
en ruinas las hordas rojas al servicio criminal de Aguirre, presidente de la
república de Euskadi. El incendio se produjo ayer y Aguirre ha lanzado la
mentira infame –porque es un delincuente común- de atribuir a la heroica y noble
aviación de nuestro Ejército Nacional ese crimen. Puede probarse en todo momento
que la Aviación no voló ayer a causa de la niebla ni por Guernica ni sobre
ningún otro punto del frente de Vizcaya. Hoy sí ha volado la Aviación sobre
Guernica. Ha volado y ha tomado fotografías del incendio de Guernica que aparece
casi totalmente destruía.
Aguirre acaba de
intentar la más trágica y despreciable de las farsas. Ha quemado, ha destruido
Guernica, la ciudad Santa de los Vascos. Dentro de poco no le quedará al mundo
duda alguna; pero, además de las pruebas que se han aportado ya sobre la infamia
de Aguirre y las que se aportarán todavía aquí está a la vista de todo el mundo,
la España reconquistada por Franco, serena, tranquila, libre, feliz junto a su
Ejército, que vence al enemigo y reconstruye su patria, mientras las hordas
rojas, asesinan, martirizan, incendian, destruyen y llevan el caos por todas
partes.
Diario de Burgos (29-4-1937)
La versión republicana
Se comprende
que las emisoras y los periódicos al servicio de los fascistas españoles y sus
aliados de Alemania e Italia nieguen porfiadamente los actos vandálicos, sin
precedentes en la historia de la humanidad, cometidos en la histórica villa de
Guernika y en Durango. El mundo entero ha acogido estos hechos con un gesto de
horror, la conciencia universal se ha estremecido al conocer manifestaciones tan
inconcebibles de bestialidad. Ha podido ver el mundo, demasiado pasivo,
suicidamente indiferente ante los desmanes fascistas, a qué extremos de
aberración es capaz de llegar el fascismo cuando se propone extender su
hegemonía.
Por eso, por
táctica y no por arrepentimiento, el fascismo español niega estos hechos
horrendos y pretende alejar de si la responsabilidad de los mismos, pretendiendo
hacer creer lo increíble: que fueron las fuerzas defensoras de Euskadi las que
incendiaron Guernica, como si el mundo pudiera caer en tanta inocencia como para
admitir que sean quienes han de defenderse los que se destruyen a si mismos.
¿Qué podrá alegar
en justicia quien no vacila en destruir un pueblo indefenso? ¿Qué otro recurso
les cabe que negar, que sentirse asustados de su propio crimen por las
consecuencias que él les acarrea en el concierto de la humanidad?
Diario de Bilbao (5-5-1937)