Un mundo feliz, de Aldous Huxley
Explico el sistema de etiquetaje: una para los varones, un círculo para las hembras, y un signo de interrogación negro sobre fondo blanco para los destinados a hermafroditas.
-Porque, desde luego –dijo Mr. Foster -, en la gran mayoría de los casos la fecundidad no es más que un estorbo .un solo ovario fértil de cada mil doscientos bastaría para nuestros propósitos. Pero queremos poder elegir a placer .Y desde luego, conviene siempre dejar un buen margen de seguridad. Por eso permitimos que hasta un treinta por ciento de embriones hembra se desarrollen normalmente .a los demás les administramos una dosis de hormona sexual femenina cada veinticuatro metros durante lo que les queda de trayecto .Resultado: son decantados como hermafroditas, completamente normales en su estructura, excepto –tuvo que reconocer –que tiene una ligera tendencia a echar barba, pero estériles .con una esterilidad garantizada. Lo que nos conduce por fin –prosiguió Mr.Foster – fuera del reino de la mera imitación servil de la naturaleza para pasar al mundo mucho más interesante de la invención de la humanidad.
Se froto las manos. Porque, desde luego, ellos no se limitaban meramente a incubar embriones; cualquier vaca podría hacerlo.
-También predestinamos y condicionamos.
Decantamos nuestros críos como seres humanos socializados, como Alfas y Épsilones, como futuros poceros o futuros… -iba a decir <<futuros inventores mundiales>>, pero rectificando a tiempo, dijo -…futuros directores de incubadoras.
El director agradeció el cumplido con una sonrisa.
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