jueves, 6 de junio de 2013

Texto: Raymond Aron. Un siglo de guerra total.

"Tanto en Francia como en Alemania se esperaba que las batallas serían luchadas y ganadas en unas pocas semanas. Se pensaba que las reservas de equipo y municiones de tiempo de paz bastarían para las necesidades estratégicas que llevarían a la victoria. El resultado en Francia de este notable optimismo fue que, el 15 de septiembre, después de 30 días de operaciones, los stocks estaban medio vacíos y los arsenales disponían sólo de 120.000 proyectiles para cañones de 75 mm. Si en octubre las reservas de tiempo de paz no se hubieran agotado virtualmente al mismo tiempo en ambos lados, la carencia de municionamiento hubiera dado a uno o a Otro la decisión vanamente buscada en el campo de batalla. Durante los dos primeros a ños, los cañones de un calibre fueron abastecidos únicamente a expensas de los de distinto calibre. Hasta 1917 no pudo la producción atender más o menos eficientemente a la demanda del campo de batalla. En lugar de 50.000 empleados, se tomaron 1.600.000 en la fábricas destinadas a la defensa y, a estos obreros, hay que añadir los que en Estados Unidos trabajaban directa o indirectamente en apoyo de los aliados. Los ministros y sus consejeros militares creían que estaban llevando a cabo una guerra «como otra cualquiera», esperando que su desenlace se determinara en una poca batallas de aniquila- miento. En realidad, había entregado a los pueblos de sus naciones a un largo proceso de desgaste."
Raymond Aron. Un siglo de guerra total.

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