domingo, 26 de febrero de 2012

Liberalismo político. Prioridad de lo justo e idea del bien.

PRIORIDAD DE LO JUSTO E IDEAS DEL BIEN
A pesar de lo que dice Rawls al inicio de esta parte del texto, lo justo no tiene el mismo significado que el bien. Si bien es cierto que no podemos separar ambos conceptos cuando se busca el equilibrio y la justicia, también es cierto que la prioridad en alguno de estos determinará la prioridad de atención. La cualidad de justo o bien es un asunto de perspectiva y dentro de la justicia se deforma en un asunto de proyectiva. ¿Se puede comprender el exceso de ingresos de la parte minoritaria de la población ante la aberrante distancia en cuanto a la cantidad de ingresos de la mayor parte de la sociedad, de los desposeídos? Las doctrinas políticas siempre serán parciales así como la interpretación de la justicia sin importar a quien se beneficie. Sin embargo, una de las características del Estado es precisamente provocar la aceptación de la desigualdad como una forma de bien común ante la incapacidad de sus instituciones de dar respuesta favorable a las demandas sociales, de esta forma se obtiene una sociedad política ordenada cuyos valores morales son acordes a su situación social y política sometiendo así las carencias de atención a la aceptación de lo justo controlando las variantes que pueden ser:
  1. Las capacidades intelectuales del individuo.
  2. Las capacidades físicas.
  3. Sus valores morales.
  4. Preferencias políticas, religiosas, etc.
Cada una de ellas se explica por sí sola y parece simple en una primera percepción. Pero en verdad son elementos indispensables para la clasificación de la sociedad y representan una información que bien podríamos comparar con una radiografía de la sociedad, puesto que nos identifica la proyección de lo que considera como bien de acuerdo a sus capacidades y habilidades. Enseguida, Rawls dice …"la justicia como imparcialidad rechaza la idea de comparar y llevar al máximo el bienestar en materia de justicia política…lo que se contrapone con la propuesta general de su teoría ya que la justicia imparcial es el objetivo de toda sociedad política. En sí la equidad tiene como restricción que las reclamaciones se promuevan sobre aspectos particulares cuando las incapacidades de atención del Estado son generales, lo que implica la creación de una estructura enorme y en la mayoría de los casos insuficiente para atender estas demandas en instituciones específicas y de esta manera separar y clasificar las inconformidades. Por muy fuerte y grave que sea un reclamo individual nunca será lo suficientemente grande como para implicar un desequilibrio en el orden social y político. Lo importante aquí es que este supuesto ya ha sido entendido por la sociedad y la convergencia de actores políticos que aprovechan esta situación, han hecho de la misma la bandera política perfecta para crear el desequilibrio político suficiente y sobre todo eficiente ante lo cual el Estado debe crear los mecanismos de defensa y en último de los casos de represión.
Ante la caótica situación que se presenta y en la que todos los individuos ven reflejado el potencial rechazo a sus demandas debido a la inequidad en la justicia, no se puede permanecer con un pensamiento neutral y mucho menos abstenerse de comprender que la justicia se aleja cada vez más de la realidad social. El concepto de neutralidad debe ser la norma aplicable por los miembros del sistema de impartición y administración de justicia del Estado. Pero si el Estado encuentra los canales adecuados para deformar un reclamo legitimo de la sociedad, tendrá que cambiar los valores morales sobre los cuales justifica su existencia. La neutralidad implica para el Estado:
  1. Que debe asegurar la igualdad de oportunidades para que el bien común sea aplicable a todos los ciudadanos.
  2. Que el Estado no deberá favorecer ninguna doctrina particular.
  3. Lo faculta a cancelar cualquier doctrina política que violente la sana convivencia política.
El significado de la neutralidad del Estado puede acercarnos a una justicia imparcial sin abandonar el pensamiento liberal ya que es una razón suficiente para mantener el orden político. Rawls hace una distinción interesante entre liberalismo político y liberalismo comprensivo. El primero nos dice que la armonía en la sociedad representa la forma de consenso requerida para que se obtenga la imparcialidad y la equidad en la justicia, atendiendo a valores morales y políticos reconocidos y acatados por todos. El segundo promueve el reconocimiento a las sanciones correspondientes cuando las condiciones por las que sea posible el primero sean violentadas. Pero el liberalismo político tiene dentro de sus finalidades, acercar a la sociedad al reconocimiento de que el desacuerdo con las disposiciones de orden social no es un elemento que vaya en contra del acuerdo general, sino el hecho de crear situaciones que socaven este orden es lo que se debe castigar. Coincidimos entonces con la teoría de Berlin cuando enuncia que el ser humano tiene diversos tipos de libertades y por consecuencia también tendrá diversos tipos de sanciones, que en este caso sería adjudicarle una culpa por intención y una culpa por hecho. El estado ha cambiado su forma de protección hacia la ciudadanía. La ha hecho partícipe del cuidado social y además ha logrado que participe en la captación de recursos especiales para atender las carencias de atención del Estado en aspectos específicos de lo que representa el bien común. Sin embargo, aún no ha insertado en la conciencia social su capacidad de movilización y decisión en las determinaciones de justicia y equidad, por lo que la sociedad civil y la sociedad política han creado sus propios medios para alcanzar este derecho. El concepto de justicia se ha transformado al margen del reconocimiento del Estado y por lo tanto, no puede ser una sociedad privada en la interpretación específica, es una sociedad política y como tal ha demandado atención y recurrido a todos los medios disponibles para manifestarse.
Aunque los diversos grupos no manifiesten la misma doctrina social, pueden converger con la misma doctrina política del bien y esto es suficiente para mantener el equilibrio político público y buscar entonces una finalidad común. Para que la justicia sea imparcial, debe impedir ser superada por las doctrinas políticas ya que los principios de una concepción liberal justa se basa en los ideales políticos que normalmente pesan más que otros valores.

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