En la zona republicana se enfrentaron
básicamente dos modelos. Por un lado, la CNT-FAI y
POUM que emprendieron la inmediata colectivización de tierras
y fábricas. Su lema era "Revolución y guerra al mismo tiempo".
Su zona de hegemonía fue Cataluña, Aragón y Valencia. Por otro
lado, el PSOE y el PCE intentaron restaurar el orden
y centralizar la toma de decisiones en el gobierno, respetando la
pequeña y mediana propiedad. Su lema era "Primero la guerra y
después la revolución".
Las disensiones internas fueron continuas y
llegaron a su momento clave en Barcelona en mayo de 1937.
El gobierno de la Generalitat, siguiendo instrucciones del
gobierno central, trató de tomar el control de la Telefónica de
Barcelona, en manos de un comité de la CNT desde el inicio de la
guerra. El intento desencadenó una insurrección y los combates
callejeros se extendieron por Barcelona.
La crisis de mayo de 1937, provocó la dimisión
del gobierno de Largo Caballero. El nuevo gobierno presidido
por el socialista Negrín, tenía una mayoría de ministros del
PSOE, pero se inclinaba cada vez más hacia las posturas
defendidas por el PCE. La ayuda soviética había hecho
que los comunistas pasaran de ser un grupo minoritario a una
fuerza muy influyente.
Los enfrentamientos entre stalinistas y
trostkistas se re reprodujeron en suelo español. El POUM fue
ilegalizado y su dirigente, Andreu Nin, "desapareció"
estando en manos de agentes soviéticos.
Aunque ya era tarde para cambiar el signo de la
guerra, a partir de ese momento se impuso una mayor
centralización en la dirección de la economía y se terminó de
construir el Ejército Popular, acabando con la indisciplina
de las milicias.
A partir de marzo de 1938, momento en el
que las tropas de Franco llegaron al Mediterráneo y dividieron en
dos la zona republicana, surgieron de nuevo dos posturas
enfrentadas. Mientras la postura oficial, representada por
Negrín y apoyada por el PCE y parte del PSOE, seguía
defendiendo la "resistencia a ultranza", algunos
dirigentes, anarquistas y socialistas, empiezan a hablar de la
necesidad de negociar ante la perspectiva de la segura
derrota.
Los acontecimientos internacionales: el
Pacto de Munich en septiembre de 1938, la retirada de las Brigadas
Internacionales, la disminución de la ayuda soviética; y los
internos: la caída de Cataluña, reforzaron la idea de que
la guerra estaba perdida. Así, en marzo de 1939 el golpe
del coronel Casado desalojó del poder a Negrín. La esperanza
de negociar con Franco se disipó inmediatamente, cuando el
dictador exigió la rendición incondicional.
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