lunes, 12 de marzo de 2012

Isabel II(1854-1856)

2. EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856).
                A principios de 1854 la situación es insostenible para los moderados, la crisis económica y social, la debilidad de los moderados y los deseos de cambiar el gobierno, motivan el pronunciamiento del general Leopoldo O’Donell, causando un enfrentamiento incierto con las tropas gubernamentales en Vicálvaro (la Vicalvarada). La necesidad de contar con más apoyos obligó a O’Donell a hacer público el Manifiesto de Manzanares, redactado por Cánovas. En él se recogían reformas en profundidad como la reinstauración de la Milicia Nacional, la ampliación del derecho de voto, ley de imprenta, convocatoria de Cortes y mayor descentralización. Al movimiento se unen progresistas y demócratas que habían formado Juntas de Salvación en las ciudades. Ante la incierta situación, Isabel II llama a Espartero a formar un gobierno con progresistas y moderados. Así, lo que den un principio era una petición de cambio de gobierno, se convirtió en una revolución política
            Con O’Donell en guerra, el nuevo gobierno de Espartero se fijó dos objetivos fundamentales: la redacción de una nueva Constitución y la puesta en marcha de un conjunto de medidas económicas que modernizaran el país.
            La Constitución nonata de 1856 recogía los principios del ideario progresista: soberanía nacional, limitación del poder del monarca, reforzamiento de las Cortes, ampliación de derechos y libertades y tolerancia religiosa. Diputados y senadores serán elegidos por una masa electoral más amplia.
            Entre las medidas económicas, destaca la Ley de desamortización de Pascual Madoz, que pone en venta los bienes de propios y comunes municipales más otra serie de medidas que perseguían la expansión del capitalismo en España: Leyes de ferrocarriles de 1855, de crédito y banca y de sociedades anónimas.
            Pero la inestabilidad continúa agravada por un nuevo levantamiento carlista (1855-1856), la crisis agraria de 1855 con la consiguiente subida de los precios, y las medidas librecambistas de Espartero que provocaron el descenso de la producción textil y las primeras huelgas generales del movimiento obrero. O’Donell sustituye a Espartero a mediados de 1856, restableciendo el orden con una dura represión del movimiento obrero y la disolución de la Milicia Nacional. También frenó las reformas progresistas y restableció la Constitución de 1845, acabando con la revolución que él mismo había contribuido a iniciar.